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miércoles, 21 de septiembre de 2016

Viaje a Ixtlán : un libro, un grupo, una canción y un recuerdo


Unas clases de filosofía de la ciencia en la carrera de Comunicación hizo buscar a un joven el libro de culto Viaje a Ixtlán de Carlos Castaneda. El poco dinero en sus bolsillos lo llevó a encontrarlo en las manos de un familiar, aunque ese ejemplar en especial tenía ya una historia propia qué contar. El sismo que vivió la Ciudad de México en septiembre de 1985 derrumbó muchos de sus edificios, y en medio de los escombros que dejó, dicho texto fue rescatado. Las circunstancias han llevado al día de hoy a regresar a aquel lugar reconstruido, a la memoria del familiar fallecido y al libro desgastado que comenzó un cambio en la forma de pensar de quien escribe estas líneas tras un viaje al bosque para desarrollar las enseñanzas del brujo e indio yaqui Don Juan Matus.

Este nuevo capítulo comienza con una recomendación hecha por nuestros amigos de South American Sludge Records, colectivo musical y sello discográfico argentino creado por Sergio Chotsourian, quien fuera guitarrista de Los Natas y que ahora tienen distintos proyectos como Ararat y Soldati. La segunda opción dentro de su catálogo tiene en el título de aquel libro el nombre de una banda, así como el de su álbum debut y el tema central del mismo. Pulsamos el botón y el mundo comienza a tener diversas formas de percepción, la magia comienza a fluir por las bocinas y la mente termina por escapar del control terrenal.


Las guitarras acústicas sueltan los caballos de la imaginación en un paseo desbocado que nuestras neuronas no encuentran explicación ni sentido. Música de fondo para el guerrero que busca el camino para convertirse en un hombre de conocimiento. El desierto como lugar de encuentro con uno mismo, espacio ideal para el viaje hasta el sitio donde se bailará la última danza, un traslado hacia una realidad aparte. Este es el intento por parar el mundo y lograr la libertad, la fluidez y el poder interno.

A través de las atmósferas electro-acústicas, mágicas y psicotrópicas nació un proyecto musical que sirviera de trance y paseo visceral más allá de las fronteras impuestas por Narcoiris, banda stoner con un lugar reconocido en su natal Argentina. Su bajista, Mariano Bertolazzi, se transformó en un aprendiz de brujo para dar rienda suelta a su música interior más allá de lo logrado. Un rompimiento de fronteras que lo sumergió en una excursión hacia sus neuronas hasta encontrar en ellas ideas nuevas, miedos arraigados y sentimientos escondidos ansiosos por explotar.


Como compañero de travesía y un verdadero aliado, apareció Leonardo Aldegani para tomar control de las percusiones, aterrizando con sus tiempos los vuelos de Bertolazzi. Una vez abiertas las puertas a la inspiración, las melodías fluyeron sin control hasta perderse en paisajes internos llenos de matices y colores; pero una vez que se materializaron los conceptos, todo tenía que ser encapsulado en un soporte que lograra registrar los sueños que la pareja había vivido. Fue así que en noviembre de 2013 nació Viaje a Ixtlán.

Con el trabajo de grabación, mezcla y masterización del gurú Patricio Claypole en el estudio El Attic, el grupo logró hacer fluir su denso paseo a través de las cintas. Sin embargo este recorrido por los senderos de mescalito no se habían logrado sin el apoyo incondicional de Sergio Ch. en la producción (además de algunas guitarras y coros), Tato Durañora y Fran Demichelis en los sintetizadores, y la participación de Finger Figueiras y Sebastian Romani en las guitarras, quienes son compañeros de fórmula de Bertolazzi en Narcoiris.


Para dejar a un lado las palabras y permitir que la propia música hable con su propio lenguaje, compartimos el tema que nombra a la banda, una oda que entremezcla cuerdas de nylon y una batería de ritmo entrecortado sobre un ambiente etéreo que permite soltar el cuerpo hacia lo desconocido del cuerpo, el desierto y el universo. Es obligatorio dejar todo a un lado y que la melodía nos diga lo que en su interior vive, es necesario escapar del bullicio de la ciudad para recibir la luz de las estrellas, es forzoso encerrarse en las notas para viajar hacia aquel lugar olvidado por todos... hacia uno mismo. El brujo inicia su camino a casa sabiendo que nunca llegará, un viaje que jamás terminará porque nada será igual, porque ésta es la búsqueda por aquello que está perdido para siempre.


Hace unos meses fue publicado a través del canal de YouTube de la banda el video oficial de "Viaje a Ixtlán", el cual fue hecho por Centripeta Films. En sus imágenes podemos observar el poder de la naturaleza apoderándose de lo hecho por el hombre, un retorno a lo natural y una venganza contra lo artificial. El navegar sobre un río se hace confuso entre colores psicodélicos que nublan la visión y resaltan las formas de las cosas. Ya casi al final de las escenas, entre sombras se asoma la silueta de Mariano Bertolazzi y su guitarra mientras escuchamos su clamor sobre la tormenta que pasa y deja a su paso la vida, el tiempo, la sangre, el miedo y la muerte...


El recuerdo de un viaje a los volcanes que vigilan el valle del Anáhuac con el fin de vivir las palabras de Castaneda, logra hacerme retroceder más de quince años hacia atrás. Tres días de caminata por los bosques, de reflexión en el mayor de los silencios, de convivencia con quienes serían mis compañeros durante mucho tiempo, de guitarra acústica frente el fuego de una fogata a la mitad de la noche. Aquel fue el momento en que decidí acercarme al conocimiento, de construir mis aprendizajes más allá de lo dicho por lo demás, de hacer a un lado las ideas y permitir que todo fluya sobre su acción, de vivir la música a través de lo que expresa en sí misma lejos de la interpretación directa. En eso me transformé, eso soy ahora, eso es Earthquaker...


Hemos rascando en los trazos que ha dejado el pasado, nos hemos dado a la tarea de reconstruir la historia de Viaje a Ixtlán, una banda argentina que ha tomado su inspiración en el tercer libro del controvertido antropólogo quien borró su biografía para dotar un halo de misterio a su obra y su proceso en convertirse en un brujo, un chamán, un nagual. Su primer disco quedó suspendido en un sopor de humo, sueño y deseo que logra ocultar su origen para dejar solamente en el poder de la música el medio para encontrase a sí mismo. El Vol. II nos ha dejado claro que el proyecto alterno de Mariano Bertolazzi es un espacio propio que ha logrado convertirse en un alter-ego de Narcoiris al contener a sus integrantes dentro de la alineación formal de Viaje a Ixtlán, complementando su sonido con Javo Romani en el bajo y,  desde hace unos meses, con Jeque Fartax en los sintetizadores. Ya se están gestando nuevas cosas, una nueva ruta se está trazando y tan sólo queda esperar con paciencia para que podamos paremos el mundo otra vez y logramos ver de nuevo...


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