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lunes, 11 de mayo de 2015

All Them Witches: vendiendo el alma en el cruce de caminos del blues eléctrico



Una portada llama la atención sobre las propuestas musicales de los últimos días del 2012. Una imagen inspirada en la vieja iconografía del art nouveau nos muestra a una mujer con una antigua túnica sobre su cuerpo colocando un foco sobre una especie de socket. Sin embargo, este dibujo nos trae a la mente la historia bíblica de Eva al tomar el fruto del árbol de conocimiento del bien y del mal. Una serpiente lleva la mano de la mujer a conectar a una toma de corriente aquel ícono de la era de la electricidad. La iluminación artificial se convirtió en el parteaguas para que alcanzáramos esta edad moderna, y para la música no le fue ajena.

Comienzan los primeros segundos del disco y unos sorprendentes coros a capella llenan el espectro auditivo, los cuales recuerdan aquellos místicos cánticos negros del sur de los Estados Unidos o aquel sabor campirano de extremo fervor religioso norteamericano. Una vez sacudidos, una guitarra stoner crea un hipnótico riff que choca directamente contra un muro sonoro de sabor árido al estilo Palm Desert mezclado con un ambiente lúgubre y denso al estilo de los pantanos del Bayou.



Y eso es All The Witches, una contradicción sonora que explora diferentes caminos hasta construir un combo auditivo muy compacto, muy fuerte y de gran calidad. Ellos se encontraron en Nashville, Tennessee y se nota en su mezcla de blues negro, stoner de gusto desértico, rock sureño de sabor fuerte, además de ambientes nacidos de la densidad ácida de la psicodelia y hard rock de finales de los 60. A este collage lo han nombrado Psychedelta Rock. Pero eso no es todo, ya que todavía podemos encontrar un sabor a noise y shoegaze gracias a los efectos de las guitarras como flanger, chorus o reverb. En otras palabras, y como ellos mismos se califican, “unas adorables bestias que tocan drogados riffs”.

Por si fuera poco, esta banda es el primer grupo no alemán de publicar en la disquera Elektrohasch, de la cual es dueño Stefan Kogle, vocalista y guitarrista de Colour Haze. Esto otorga un grado más de confianza en All Them Witches por lo que realizaron en el estudio.

¿Pero quién carajos son estos tipos?

All The Witches es un collage, una mística mezcla de culturas. Ellos se conformaron como grupo en Nashville, Tennessee durante el 2012, y en menos de un año publicaron su Our mother electricity. Sin embargo, no todos los integrantes de la banda son de la llamada “Ciudad de la música”:

La batería está a cargo de Robby Staebler, un chico que nació en The Shereveport, Louisiana. Músico que trabaja a partir del jam y de la improvisación donde ha plasmado su sensibilidad y su calidad como músico. Como baterista, admira la forma de tocar de John Bonham de Led Zeppelin y la música en conjunto de Pink Floyd.


La banda se formó precisamente a través de la unión de Robby con Ben McLeod, un guitarrista que tiene el gusto por los sonidos acústicos y por las pesadas distorsiones eléctricas  a la vez, además de una excelente capacidad de emplear el slide sobre el mástil de su guitarra. La semilla de All Them Witches está en sus sesiones de jamming.


A ellos se les unió un chico que vivió toda su niñez y adolescencia en Nuevo México: Michaels Parks, Jr. Él tiene un gusto variado por la música, pero tiene su mayor admiración en las bandas de blues del delta de Mississippi y en la música de ZZ Top. Además de completar los sonidos graves que se requerían en la banda con su bajo, aportó con su fértil imaginación para las líricas de la música que estaban creado y su voz para interpretarlas; que al conjuntarla con la de Ben, han dotado de una identidad propia al grupo.


Finalmente, Robby llevó a los ensayos a su amigo Allan Van Cleave para que hiciera cargo de los teclados, unos Fender Rhodes. Siendo sólo un  músico invitado, poco a poco se volvió en parte fundamental de la banda hasta ser ahora un miembro más. Su gusto musical está orientado hacia la música clásica, al contrario de lo que se pudiera pensar.


El concepto

Our mother electricity es el álbum debut de All Them Witches, una placa busca reflejar sus mezcla musical en el propio concepto de sus líricas y del arte del disco. El blues hecho en el delta del Mississippi es la base, pero logra la transformación al vender su alma en un cruce de caminos: por un lado el stoner al estilo desértico de Palm Desert, California y por el otro el hard rock y la psicodelia de finales de los 60. El sonido rural, campirano y acústico del blues negro se encuentra con el sonido urbano, citadino y eléctrico del hard rock blanco.

Nashville es su verdadero cruce de caminos: Parks es originario del desierto de New Mexico, Staebler nació en la delta bluesera de Louisiana. Tennessee es la tierra del country y límite del rock sureño, sin olvidar que el origen del rock n’ roll está en este lugar.

All Them Witches es una banda que juega con los contrastes, encontrando en la brujería un punto de referencia, además de entender que la música es algo sobrenatural. Todo los fenómenos inexplicables son atribuidos a la magia, y la música es uno de esos fenómenos. Y esta idea se refleja en las letras, mismas que versan sobre la mística y el encuentro entre el bien y el mal, sobre cosas incomprensibles, sobre amuletos y objetos que permitan atravesar otros planos de la realidad, otras dimensiones.


Estas líricas no son de extrañar para una banda que bebe directamente de tantas culturas, ideas que crecen sobre los ambientes creados sobre los viajes musicales. Voodoo de la gente negra del Delta y el chamanismo de los indios de los desiertos del Oeste enfrentados a la visión de progreso, ciencia y conocimiento del hombre blanco.

Claramente escuchamos el disco dividido en dos partes: una primera con un sonido sucio y pesado donde los instrumentos eléctricos toman el control, y una segunda sección de sonidos más pausados y acústicos. La electricidad está entre nosotros, pero no hay que olvidar que hubo un pasado de obscuridad y de magia.

Canción por canción

Heavy like a witch: Una petición que se convierte en una clemencia. El hombre que busca la sanación, el perdón, la liberación encuentra en la brujería la posibilidad de solución. Un aquelarre a la luz de las velas…Unas voces se entonan y se escuchan en un esplendor de eco y densidad, ubicándonos en un tiempo pasado de misticismo y  obscuridad. La luz se hace y un riff de guitarra blusera y heavy explota para hacer juego con una sucia batería y un bajo lleno de fuzz. Blues pesado con momentos stoner y de maravilloso sólo de órgano que hace volar la cabeza.

The urn: Lo único que tenemos seguro es la muerte y sobre ella es en lo único que podemos hacer promesas. Sol, botas y arenas son los elementos que enmarcan el paisaje donde se puede vender el alma. Las cosas terminarán y sólo quedarán cenizas dentro de una urna... Árido y pesado blues de tintes sureños y guitarra slide al estilo Johnny Winter. El final de rola rompe el ritmo con un bajo atascado de fuzz y guitarras distorsionadas para regresar al riff de la guitarra con remate ahogado en su feedback.

Bloodhounds: Una oda a la obscuridad, a la noche, al miedo por lo desconocido. Todo queda sumergido en el color de la medianoche. Nadie puede vivir en este pueblo sin luz… El inicio de la rola lo da una batería que no para y juega con su efecto de grabación lo-fi, que en su ritmo recuerda a The Black Keys. Un cortante riff de guitarra entra y el recuerdo llega directamente al sonido de Jack White. Tras energéticas y rítmicas estrofas, el puente hace bajar la rola hacia una pesada sensación de soledad. El segundo solo de guitarra simplemente es genial, sentido y explosivo.  


Guns: no existe otra palabra más que la que expresa la bala. El reto está lanzado y ahora ambos hombres están sobre la caliente arena del desierto esperando quién de los dos será el primero en acertar el disparo. La sangre se va, el cuerpo se va, el alma se va. Esto es un duelo a muerte... Una lenta figura de guitarra se arrastra como un hombre agonizando que se desangra en la arena. Melodía clavada en el heavy blues eléctrico pero que guarda un sonido sucio cercano a Black Rebel Motorcycle Club. La guitarra de McLeod realmente se escapa de sí misma gracias al sentidísimo solo, pero cerca del final, la rola se convierte en una explosión stoner que logra dar mayor dramatismo, un balazo que hace explotar lo que uno tiene guardado.

Elk blood heart: existen cosas que creemos que tienen poderes sobrenaturales, objetos mágicos que nos ayudarán a alcanzar nuestros deseos, a encontrar las respuestas a nuestras dudas, a escapar de los sufrimientos. Mientras más extraños, más exóticos y más difíciles de conseguir, mayor será su poder y su efectividad. ¿Y cuál sería el mayor motivo por el que buscaríamos un elemento mágico como este? El amor no correspondido. Con él, lograríamos todo; sería tener en las manos las llaves para abrir cualquier puerta… Esta rola fue escrita por Michael Parks Jr., el bajista de la banda. Un blues en toda la extensión de la palabra, pero que en él se siente una ligera bruma psicodélica gracias a la etérea guitarra de acompañamiento. Gracias a la voz del propio Parks y la propia melodía de la rola, es inminente el recuerdo de lo que ha hecho por The Black Keys en aquel Big come up del 2002.


Until it unwinds: El cuerpo se queda flotando en un letargo, un viaje mental hasta las profundidades del ser, un sueño total como la muerte. El alma se pierde poco a poco en un arrullo pero algo está mal: el cuerpo ya no ve, no se puede liberar, ya no puede vivir. Atrapado en una ensoñación, el ser se ha perdido… Se escuchan sirenas sobre unos tambores tribales, pero todo queda sepultado en una batería muy Bonham (When the leeve breaks, Led Zeppelin IV) y un bajo de gran distorsión y densidad profunda que tendrían muy orgulloso a Robert Levon Been de Black Rebel Motorcycle Club. Melodía obscura que poco se va desencadenando un jamming explosivo, desenfrenado y orgásmico, digno de ser la pieza central del disco. La voz pasa del arrullo a gritos de desesperación, pero en  la ensoñación hasta se escuchan voces al revés. Son de llamar la atención los juegos de slide en la guitarra en contraposición de los teclados de Van Cleave muy al estilo de Ray Manzarek de The Doors. Hacia el final los ecos de las guitarras no se dejarán de escuchar, en un vago recuerdo de los efectos sonoros logrados por Jimmy Page al pasar un arco de violín sobre su Gibson Les Paul. Quizá sea esta rola la que desarrolle más el concepto de blues eléctrico derivado por un viaje lisérgico.

Easy: existen personas que pueden sacudir nuestras vidas, que pueden cambiar lo que somos o lo que hacemos. Pero es no es lo sorprendente, sino que lo hagan con suma facilidad. Sin embargo, esta sensación no es compartida, no es mutua y se convierte en plegaria, en un ruego… Aquí comienza el descenso de la saturación sonora del disco hacia  suaves ritmos donde un ligero efecto de slide de la guitarra se lleva la canción, dejándonos un pequeño sabor a balada folk. Una ensoñación que hace olvidar todo.


Family song for the leaving: bajo la mentalidad del hombre de campo y de pueblo, la visión religiosa orienta sus acciones y su forma de vida. Gracias a esta forma de ver la vida, los problemas no son provocados por las personas, sino son elementos ajenos al hombre que llegan y se postran sobre él. ¿Qué tan alejado es el pensamiento místico y mágico del religioso y cristiano de Estados Unidos?... Balada acústica que desea recorrer el camino trazado por Going to California de Led Zeppelin y que termina con un sabor folk muy al estilo de James Jim y su My Morning Jacket. Los aplausos se los lleva la guitarra con sonido a pedal steel y los etéreos teclados del final que dotan de mayor atmósfera campirana.

Righ hand: ¿cómo se puede tener confianza en el otro, si al mirarse uno mismo al espejo se observa el engaño? Una plegaria para encontrar la fuerza en los demás para convertirse en un hombre mejor… Acompasado blues sureño de sabor a Lynyrd Skynyrd que poco a poco sube de intensidad y fuerza en los instrumentos. El círculo del disco se cierra con unos juegos vocales de estilo góspel y que tienen la misma melodía de los del inicio de la placa. Gran solo de guitarra cercano al sonido psicodélico de Hendrix y un feedback final que marca el triunfo de la electricidad sobre los sonidos acústicos.


Aquí tienen el primer disco de All Them Witches: Our mother electricity. 45 minutos y 48 segundos de blues que en su reedición le fue agregado I can´t even see myself , una rolita de guitarras slide muy al estilo de The Black Keys como bonus track.


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